Nuestra Señora De La Salette




El 19 de septiembre de 1846, apareció la Santísima Virgen, sobre la montaña de La Salette, (Francia), a dos jóvenes pastorcitos, Melania Calvat y Maximino Giraud. Primeramente les confió un mensaje público; después a Maximino sólo, un secreto; luego a Melania un mensaje que podría publicar en 1858. 


El Llamamiento a los Apóstoles de los Últimos Tiempos forma parte del Secreto confiado a Melania: 

"Dirijo un llamamiento apremiante a la tierra; llamo a los verdaderos discípulos de Dios que vive y reina en los cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho hombre; llamo a Mis hijos, a Mis verdaderos devotos, Los que se hayan entregado a Mí para que Yo los conduzca a Mi Divino Hijo, los que llevo por decir así en Mis brazos, los que han vivido según Mi espíritu; en fin llamo a los Apóstoles de los Últimos Tiempos los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el desprecio del mundo y de sí mismo en la pobreza y la humildad, en el desprecio y en el silencio,en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo. Es hora de que salgan y vengan a alumbrar la tierra."
"Id y mostraos como Mis hijos queridos. Estoy con vosotros y en vosotros, siempre que vuestra fe sea la luz que os alumbre en esos días de desgracia. Que vuestro celo os haga como los hambrientos por la gloria y honor de Jesucristo. Combatid, hijos de luz, vosotros pequeño número que lo véis, porque he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines." 

Así habló la Madre de Dios y mientras escuchaba, contemplaba Melania, en una visión profética la vida y las obras venideras de los hijos y de las hijas de la Orden de la Madre de Dios, religiosos misioneros, religiosas misioneras y discípulos laicos, esparcidos por todas partes del mundo. Los religiosos y religiosas harán los votos; los discípulos laicos, la consagración a la Santísima Virgen. Melania veía también a varias religiosas llegar a unirse con esta Orden y las otras por su relación recobrar su espíritu primitivo. 

Por mandato del Papa León XIII, presentó Melania esta regla al examen de la Sagrada Congregación de Obispos y Religiosos la cuál dio su aprobación el 27 de mayo de 1879. Al mismo tiempo fueron aprobadas las constituciones que Melania había compuesto para la Orden de la Madre de Dios a petición de León XIII, según su visión profética de 1846. 
Melania falleció en olor de santidad el 14 de diciembre de 1904, a la edad de 73 años. 
A mediados de septiembre, un campesino de los Ablandins, Pedro Selme, tiene a su pastor enfermo. Desciende al pueblo de Corps, a la casa de su amigo, el carretero Giraud, y le dice: "Préstame a tu Maximino por algunos días...""¿Memín, pastor? ¡Es muy descuidado para eso!"... Discuten, transigen... y, el 14 de septiembre, tenemos al joven Maximino en los Ablandins. El 17, ve a Melania en la aldea. El 18, van a guardar sus rebaños en los terrenos comunales, en el monte "sous les Baisses" (Le Planeau). Por la tarde, Maximino busca entablar conversación. Melania se muestra remisa. Descubren, no obstante, un punto común: los dos son de Corps. Quedan en volver al mismo lugar a "guardar" juntos al día siguiente.

Así pues, el sábado 19 de septiembre de 1846, temprano, los dos niños cruzan las pendientes del monte sus-les-Baisses, cada uno llevando sus cuatro vacas. Maximino, además, su cabra y su perro Loulou. El sol resplandece sobre los pastos. A mitad de la jornada, el Angelus suena allá abajo en el campanario de la iglesia de la aldea. Entonces los pastores conducen sus vacas a "la fuente de las bestias", una pequeña represa que forma el arroyuelo que baja por la quebrada del Seiza. Después las llevan hacia una pradera llamada "le chômoir", en las laderas del monte Gargas. Hace calor, las bestias se ponen a rumiar.
Maximino y Melania suben un pequeño valle hasta la "fuente de los hombres". Junto a la fuente toman su frugal comida: pan con un trozo de queso de la región. Otros pequeños pastores que "guardan" más abajo se les unen y charlan entre ellos. Después de su partida, Maximino y Melania cruzan el arroyo y descienden unos pasos hasta dos bancos de piedras apiladas, cerca de la hondonada seca de una fuente agotada: "la pequeña fuente". Melania pone su pequeño talego en el suelo, y Maximino su blusa y merienda sobre una piedra.


Contrariamente a su costumbre, los dos niños se tumban sobre la hierba... y se duermen. Hace bueno al sol de este fin de verano, no hay una nube en el cielo.  Al rumor del arroyo se añade además la calma y el silencio de la montaña. pasa el tiempo...
¡Bruscamente, Melania se despierta y sacude a Maximino! "¡Mémin, Mémin, rápido, vamos a ver nuestras vacas... No sé dónde están!" Rápidamente suben la pendiente opuesta al Gargas. Al volverse, perciben todo el pastizal: sus vacas están allá, rumiando plácidamente. Los dos pastores se tranquilizan. Melania comienza a descender. A media pendiente, se queda inmóvil y asustada, deja caer su garrote: "¡Mémin, ven a ver, allá, una claridad!".
Cerca de la pequeña fuente, sobre uno de los bancos de piedra... un globo de fuego: "Es como si el sol se hubiera caído allí". Pero el sol continúa brillando en un cielo sin nubes. Maximino acude gritando: "¿Dónde está? ¿Dónde está?" Melania señala con el dedo hasta el fondo del barranco donde ellos habían estado durmiendo. Maximino se acerca a ella, paralizada de miedo, y le dice: "¡Vamos, coge tu garrote! Yo tengo el mío y le daré un buen golpe si nos hace algo". La claridad se mueve, gira sobre sí misma. Les faltan palabras a los dos niños para indicar la impresión de vida que irradia este globo de fuego. En él una mujer aparece, sentada, la cara oculta entre sus manos, los codos apoyados sobre las rodillas, en una actitud de profunda tristeza.


La Bella Señora se levanta. Ellos no han dicho una sola palabra. 
Ella les habla en francés: ¡Acercaos, hijos míos, no tengáis miedo, estoy aquí para contaros una gran noticia!
Entonces, descienden hacia ella. La miran, ella no cesa de llorar: "Parecía una madre a quien sus hijos habían pegado y se había refugiado en la montaña para llorar". la Bella Señora es de gran estatura y toda de luz. Está vestida como las mujeres de la región: vestido largo, un gran delantal a la cintura, pañuelo cruzado y anudado en la espalda, gorra de campesina. Rosas coronan su cabeza, bordean su pañuelo y adornan sus zapatos. En su frente una luz brilla como una diadema. Sobre sus hombros pesa una gran cadena. Una cadena más fina sostiene sobre su pecho un crucifijo deslumbrante, con un martillo a un lado y al otro unas tenazas.

"Si mi pueblo no quiere someterse, me veo obligada a dejar caer el brazo de mi Hijo. Es tan fuerte y tan pesado que no puedo sostenerlo más."

"¡Hace tanto tiempo que sufro por vosotros!"

"Si quiero que mi Hijo no os abandone, estoy encargada de rogarte sin cesar por vosotros, y vosotros no hacéis caso. Por más que recéis, por más que hagáis, jamás podréis recompensar el dolor que he asumido por vosotros."

"Os he dado seis días para trabajar; me he reservado el séptimo, ¡y no se quiere conceder! Esto es lo que hace tan pesado el brazo de mi Hijo."
"Y también los que conducen los carros no saben jurar sin poner en medio el nombre de mi Hijo. Son las dos cosas que hacen tan pesado el brazo de mi Hijo."
"Si la cosecha se pierde, sólo es por vuestra culpa. Os lo hice ver el año pasado con las patatas, !y no hicisteis caso! Al contrario, cuando las encontrabais estropeadas, jurabais, metiendo en medio el nombre de mi Hijo. Van a seguir pudriéndose, y este año, por Navidad, no habrá más." La palabra "pommes de terre" (patatas) intriga a Melania. En el dialecto de la región se dice de otra forma ("là truffà"). La palabra "pommes" evoca para ella el fruto del manzano. Ella se vuelve a Maximino para pedirle una explicación. Pero la Señora se adelanta:
"¿No comprendéis, hijos míos? Os lo voy a decir de otra manera.
"

La Bella Señora repite en el dialecto de Corps desde "si la cosecha se pierde...", y ya prosigue todo su mensaje en este dialecto:
"Si tenéis trigo, no debéis sembrarlo. Todo lo que sembréis, lo comerán los bichos, y lo que salga se quedará en polvo cuando se trille."

"Vendrá una gran hambre. Antes de que llegue el hambre, a los niños menores de siete años les dará un temblor y morirán en los brazos de las personas que los tengan. Los demás harán penitencia por el hambre. Las nueces saldrán vanas, las uvas se pudrirán."
De repente, aunque la Bella Señora continúa hablando, sólo Maximino la oye, Melania la ve mover los labios, pero no oye nada. Unos instantes más tarde sucede lo contrario: Melania puede escucharla, mientras que Maximino no oye nada, y se entretiene haciendo girar su sombrero en una punta de su cayado mientras que con el otro extremo lanzaba pequeñas piedras. "¡Ninguna tocó los pies de la Bella Señora!", dirá algunos días más tarde. "Ella me contó algo diciéndome: No dirás esto ni esto. Después no entendí nada, y durante este tiempo, yo me entretenía."
Así la Bella Señora habló en secreto a Maximino y luego a Melania. y de nuevo los dos juntos escuchan sus palabras:
"Si se convierten, las piedras y las rocas se cambiarán en montones de trigo y las patatas se encontrarán sembradas por las tierras."
"¿Hacéis bien vuestra oración, hijos míos?"
"No muy bien, Señora", responden los dos niños.
"¡Ah! hijos míos, hay que hacerla bien, por la noche y por la mañana. Cuando no podáis más, rezad al menos un padrenuestro y un avemaría, pero cuando podáis, rezad más."
"Durante el verano no van a misa más que unas ancianas. Los demás trabajan el domingo, todo el verano. En invierno, cuando no saben qué hacer; no van a misa más que para burlarse de la religión. En Cuaresma van a la carnicería como perros"
"¿No habéis visto trigo estropeado, hijos míos?"
"No, Señora", responden.
Entonces ella se dirige a Maximino:
"Pero tú, mi pequeño, tienes que haberlo visto una vez, en Coin, con tu padre. El dueño del campo dijo a tu padre que fuera a ver su trigo estropeado. Y fuisteis allá, cogisteis dos o tres espigas de trigo en vuestras manos las frotasteis, y todo se quedó en polvo. Después, al regresar; como a media hora de Corps, tu padre te dio un pedazo de pan, diciéndote: "¡Toma, hijo mío, come todavía pan este año que no sé quién lo comerá al año que viene si el trigo sigue así!" Maximino responde: "Ah sí, es verdad, Señora, ahora me acuerdo, lo había olvidado. Y la Bella Señora concluye, no en el dialecto, sino en francés:
"Bien, hijos míos, hacedlo saber a todo mi pueblo"


Algunos puntos del importante secreto dado por la Virgen a Melanie
La Hermosa Señora de la Salette comunicó un secreto que debía revelar años más tardes. Maximino aseguró que la Virgen dijo algo a Melanie que el no oyó. Este secreto, sin embargo, no está incluido en la aprobación dada por la Iglesia a la aparición ya que fue divulgado posteriormente.
Melanie: Esto que Yo te voy a decir no será siempre secreto; puedes publicarlo en 1858. Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. Sí, los sacerdotes piden venganza, y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios, que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo. Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra! Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. Los jefes, los conductores del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la antigua serpiente poner divisiones entre los soberanos, en todas las sociedades y en todas las familias. Se sufrirán penas físicas y morales. Dios abandonará a los hombres a si mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años.
Los malos libros abundarán en la tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios y obtendrán un poder extraordinario sobre la naturaleza: habrá iglesias para servir a esos espíritus. Algunas personas serán transportadas de un lugar a otro por esos espíritus malvados, incluso sacerdotes, por no seguir el buen espíritu del Evangelio, que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de Dios.
Habrá por todas partes prodigios extraordinarios, porque la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo. ¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas, a poner a salvo su autoridad y a dominar con orgullo!
Dado el olvido de la santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días.
Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios.
En los conventos, las flores de la Iglesia estarán corrompidas y el demonio se hará como el rey de los corazones. Que los que estén al frente de las comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque el demonio usará de toda su malicia para introducir en la órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la tierra.
Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas subirán hasta el cielo y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia e implorará mi ayuda e intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de justicia y de su gran misericordia con los justos, mandará a sus ángeles para que mueran todos sus enemigos. De golpe los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres dados al pecado perecerán y la tierra quedará como un desierto. Entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado; la caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia, que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de Dios. Esta paz entre los hombres no será larga: 25 años de abundantes cosechas les harán olvidar que los pecados de los hombres son la causa de todos los males que suceden en la tierra.
Yo dirijo una apremiante llamada a la tierra; llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho Hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres; llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi divino Hijo, los que llevo, por decirlo así , en mis brazos, los que han vivido de mi espíritu; finalmente llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo. Ya es hora que salgan a iluminar la tierra. Id y mostraos como mis hijos queridos, Yo estoy con vosotros y en vosotros con tal que vuestra fe sea la luz que os ilumine en esos días de infortunio. Que vuestro celo os haga hambrientos de la gloria de Dios y de la honra de Jesucristo. Pelead, hijos de la luz, vosotros, pequeño número que ahí veis; pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines .

Los mensajes de Nuestra Señora de la Salette para el mundo dados a Maximino y Melanie en 1846 son importantes y actuales para nuestros días: "No ofendan más a Dios (no pequen más) y hagan penitencia; sinó, terribles pruebas y sufrimientos vendrán sobre el mundo".
Juan Pablo II:
"En este lugar, María, la madre siempre amorosa, mostró su dolor por el mal moral causado por la humanidad. Sus lágrimas nos ayudan a entender la gravedad del pecado y del rechazo a Dios, mientras que manifiestan al mismo tiempo la apasionante fidelidad que su Hijo mantiene para con cada persona, aunque su amor redentivo está marcado con las heridas de la traición y abandono de los hombres."


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