Virgen de Garabandal

Historia de las apariciones: 
(NO APROBADAS HASTA EL DIA DE LA FECHA)

El 18 de Junio de 1961 tuvo lugar la primera Aparición del ángel San Miguel en Garabandal, pueblo de la Comunidad de Cantabria, de nombre completo San Sebastián de Garabandal, situado a los pies de la histórica Peña Sagra y en las estribaciones de los Picos de Europa. 
El arcángel Miguel se apareció varios días a las cuatro niñas con el fin de prepararlas para la venida de la Virgen María en la tarde del domingo día 2 de Julio de 1961.
Las cuatro niñas, Conchita, Mari Loli, Jacinta y María Cruz viven con la Virgen María una vida familiar y cariñosa, de Ella aprendieron enseñanzas y vivencias que les mostraban como vivir familiarmente con Dios en la vida diaria y también conocieron mensajes y profecías, muchos de carácter privado, otros muchos de gran importancia para la Iglesia y la humanidad entera.
Estas Apariciones tuvieron lugar desde el año 1961 hasta 1965 siendo especialmente numerosas las Apariciones de la Virgen en los dos primeros años pero su importancia se debe a que se acercan los principales acontecimientos anunciados por la Virgen y del mismo modo que todo lo que la Virgen dijo entonces se cumplió también los sucesos que vienen se han de cumplir.
La tercera parte del mensaje de Fátima no se dio a conocer en 1960, tal como Lucia lo pidió de parte de la Virgen y por esto la misma Virgen María pidió a Dios venir a Garabandal en el año siguiente 1961 a decirnos sus Mensajes. Como remedio para convertir al Mundo Dios nos envía a su propia Madre, ya que el Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María finalmente convertirán al mundo entero. Una gran purificación universal , de origen Divino, precede esta conversión.


El Aviso viene poco antes del Milagro para purificarnos, viene directamente de DIOS, todo el mundo lo verá desde donde esté, es muy impresionante, nos hará ver el estado de nuestra conciencia, es una preparación para el milagro, las circunstancias del mundo serán difíciles en esas fechas. Si el mundo no cambia, viene un Castigo horrible.
El Castigo es tan horrible que no se puede describir, se debe a que DIOS, si no escuchamos a su Madre, permitirá una gran tribulación, los que sobrevivan vivirán para Dios ya que parecerá que el mundo es un desierto. Después habrá una gran PAZ y el mundo entero se convertirá. La Iglesia y el mundo entero cambiarán tanto que no lo podemos imaginar.
La Virgen dijo que quedaban tres Papas para el inicio del Fin de los tiempos y el Papa actual SS. Juan Pablo II es el tercero. Esto indica que los hechos están próximos.
El Santo Sacerdote estigmatizado Padre Pío de Pietrelcina escribió en 1962 una carta a las niñas videntes de Garabandal donde les dice:

Queridas Niñas:
A las nueve de esta mañana la Santa Virgen Maria me ha hablado de vosotras, queridas niñas, de vuestras visiones y me ha dicho:
“Benditas niñas de San Sebastián de Garabandal yo os prometo que estaré con vosotras hasta el fin de vuestra vida y vosotras estaréis conmigo hasta el fin del mundo y luego en el gozo del paraíso”.

Con la presente os remito una copia del Santo Rosario de Fátima que la Santísima Virgen me ha ordenado de enviaros. Este Rosario ha sido dictado por la Santísima Virgen y quiere que sea propagado para la salvación de los pecadores y para la preservación de la humanidad de los peores castigos con que el buen Dios está amenazando.
Una sola es la recomendación:  "Rezad y haced rezar, porque el mundo está en el camino de la perdición. No creen en vosotras ni en vuestros coloquios con la blanca Señora pero creerán cuando sea demasiado tarde".
El Papa Juan Pablo II pidió a su secretario personal, Monseñor Stanislaw Dziwisz, de escribir a D. Albrecht Weber, autor del libro alemán sobre Garabandal , donde le dice 
"Que Dios te recompense por todo. Especialmente por el profundo amor con que estás dando a conocer los sucesos relacionados con Garabandal. Que el Mensaje de la Madre de Dios sea acogido en los corazones antes de que sea demasiado tarde. 
Como expresión de gozo  y gratitud el Santo Padre te da su Bendición Apostólica."  
El Papa Juan Pablo II añadió un saludo personal con su letra y firma.
Mensajes de la virgen a las niñas:
Primer mensaje:18 de octubre de 1961
"Hay que hacer muchos sacrificios, mucha penitencia.Tenemos que visitar al Santísimo con frecuencia.Pero antes tenemos que ser muy buenos.
Si no lo hacemos nos vendrá un castigo.Ya se está llenando la copa, y si no cambiamos, nos vendrá un castigo muy grande"
Segundo mensaje:18 de junio de 1965
La Virgen dijo:
"Me da mucha pena decíroslo yo, pero os lo tengo que decir para vuestro bien", por esta causa fue el Arcángel San Miguel quien lo dijo a Conchita en la tarde del día 18 de Junio de 1965.
El mensaje que la Santísima Virgen ha dado al mundo por la intercesión de San Miguel.
El Ángel ha dicho:

"Como no se ha cumplido y no se ha dado mucho a conocer mi mensaje del 18 de octubre, os diré que este es el último.
Antes la copa se estaba llenando, ahora está rebosando.
Los Sacerdotes, Obispos y Cardenales van muchos por el camino de la perdición y con ellos llevan a muchas mas almas.
La Eucaristía cada vez se le da menos importancia.
Debéis evitar la ira del Buen Dios sobre vosotros con vuestros esfuerzos.
Si le pedís perdón con alma sincera El os perdonará.
Yo, vuestra Madre, por intercesión del Angel San Miguel, os quiero decir que os enmendéis.
Ya estáis en los últimos avisos.
Os quiero mucho y no quiero vuestra condenación.
Pedidnos sinceramente y nosotros os lo daremos.
Debéis sacrificaros mas, pensad en la Pasión de Jesús."

Los acontecimientos de Garabandal, no están aprobados en la actualidad por la Iglesia Católica.









Nuestra Sra. de Luján

Celebración 8 de Mayo 
ARGENTINA, PARTIDO DE LUJÁN, PROVINCIA DE BUENOS AIRES

En la Provincia de Buenos Aires, a 67 kilómetros al oeste de la Capital Federal, a la vera del río homónimo,está la localidad de Luján, nombre que recuerda al sobrino de Don Pedro de Mendoza, el capitán Pedro Luján, muerto en lugar cercano por los indios, el 15 de junio de 1536. 

Hacia el año 1630 no había en aquel paraje poblado de alguna importancia, ya que recién en 1638 comenzaron a transitar por allí, siguiendo el camino nuevo a Córdoba, las tropas de carretas y las recuas de mulas tucumanas.

Por aquellos tiempos, castellanos del Plata y portugueses del Brasil comerciaban pacíficamente como súbditos de una misma corona. Gobernaba el vasto Imperio Español el rey Felipe IV, de la familia de los Austrias, y el Papa Urbano VIII reinaba en la Santa Iglesia Romana. 

Ocurrió entonces que un portugués, Don Antonio Farías de Sáa, dueño de una estancia en el pago de Sumampa, jurisdicción de Córdoba del Tucumán, encargó a un amigo, marino, le trajese del Brasil una imagen de la Virgen, pues deseaba erigir en su hacienda una capilla a la Inmaculada Concepción de María. 

El marino, llamado Andrea Juan, cumplió el encargo, mas no fue una sino dos las imágenes que llegaron al puerto de Buenos Aires, desconociéndose la causa de esa duplicación.

De bulto, de arcilla cocida, muy bien dispuestas en cajas de madera para que no sufriesen daño en tan largo recorrido, una mostraba a la Virgen en su Concepción –es la que hoy se venera en el Santuario de Luján-, la otra, con el Niño Jesús en sus brazos, siguió camino y llegó a Sumampa.


Según Monseñor Presas, el pedido de la imagen debió formularse a mediados de julio de 1629, pues en aquellos días se encontraba en Buenos aires el piloto Andrea Juan listo para zarpar hacia Pernambuco, Brasil. Es probable que las dos imágenes fuesen compradas y embaladas allí, en Pernambuco. 

Una de ellas, la que representa a Nuestra Señora en su título de Madre de Dios, sin duda fue fabricada en el nordeste del Brasil. La otra, que la representa en su Purísima Concepción, es típicamente paulista y superior a su compañera en contextura y forma. San Pablo, en esos años de 1630, irradiaba su esplendor artesanal a todo el Brasil.

El patache San Andrés de Andrea Juan regresa el 23 de marzo de 1630. En Buenos Aires, las cajas con las imágenes son cuidadosamente estibadas en uno de aquellos carretones que formando parte de las boyadas, en desalineada fila, surcaban las vastedades del desierto.

Tomando hacia el norte por el Camino Viejo a Córdoba, corría el mes de mayo de 1630, la caravana, tras dos días de marcha, se detiene para hacer noche cerca de la estancia de un tal Rosende, próximo al río Luján, hoy Villa Rosa, en el partido de Pilar, a unos 30 kilómetros de la Basílica Nacional "Al apuntar el sol el día siguiente, el conductor de las imágenes unció sus bueyes, los ató al carro y picándoles con el aguijón se dispuso a continuar su ruta. "

No poco extrañado vió que los bueyes no se movían y aunque redobló sus esfuerzos y excitó a los animales de mil modos no consiguió que arrancase el carretón. Vinieron en su ayuda otros carreros, añadieron a la pareja del pertigo otra yunta de bueyes pero no lograron más que exasperarlos con sus golpes. 

Arremolinóse en torno del carro una multitud de carreros y peones de la estancia de Oramas juzgaron todos que era menester aliviar el carretón de su peso. Descargaron los bultos y al punto lo movieron los bueyes con la mayor facilidad. 

Como la carga era la misma que habían traído de Buenos Aires preguntaron al conductor qué era lo que llevaba y como dijese que entre otros bultos conducía dos imágenes de Nuestra Señora, desearon cerciorarse si el obstáculo provenía de ellas. 
Embarcaron pues las dos imágenes en el carretón y, en efecto, éste permanece inmóvil como al principio. 
Sacaron entonces una de las cajas y el carretón siguió atascado; trocáronla y azuzados los bueyes giraron las ruedas sin dificultad.
Image DetailFrente a tan prodigiosa evidencia, los troperos, en debota procesión, llevaron la Santa Imagen a la casa de Rosende para su guarda. 
El hacendado hizo construir una modesta ermita de techo de paja y piso de tierra que quedó al cuidado de un negrito llamado Manuel, éste era el acompañante del conductor de las imágenes.

La noticia del milagroso hecho se divulgó rápidamente y bien pronto fueron muchos los fieles que emprendieron el viaje para venerar la imagen. La cantidad de peregrinos fue aumentando a medida que se difundía la buena nueva de los favores que Ella prodigaba. Al respecto, el historiador presbítero Felipe Maqueda señala en las "Noticias" del año 1812 que "como eran tan continuos los prodigios que se experimentaban, era también incesante el concurso de la gente que venía de lejos en romerías a visitar la Imagen de Nuestra Señora".
La sagrada imagen permaneció en el lugar unos cuarenta años. Hacia 1671 "la estancia de Don Rosende se hallaba en lastimoso estado por incuria de sus dueños, y por consiguiente la Ermita de la Virgen vino a quedar en casi despoblado. 
A este abandono contribuyó también en aquellos años el haberse cerrado el Camino Viejo a Córdoba que por ahí cerca pasaba, el justo temor de los indios infieles y la indiferencia con que las Autoridades Eclesiásticas hasta la fecha habían mirado tal devoción. 

Solo el negro Manuel logró en esos años mantener vivo el culto a Nuestra Señora. Por tal abandono los peregrinos padecían algún desconsuelo, porque no había en aquel lugar casa ni rancho donde hospedarse y frecuentar las visitas.

Fue por aquellos años cuando Doña Ana de Matos, dueña de una estancia sobre la margen derecha del río Luján, a unos treinta kilómetros hacia el oeste de los campos de Rosende, le ofrece al maestro Juan Oramas comprarle la imagen y trasladarla a su estancia. 

Allí estaría a resguardo de posibles profanaciones y sería más accesible para los peregrinos por estar el lugar cercano al Camino Real, más seguro y transitado.

Juan Oramas, por entonces Cura de la Catedral de Buenos Aires y heredero de los bienes de Rosende, no dudó "en condescender a la propuesta de Doña Ana porque los motivos que ella aducía eran a todas luces razonables, y también" –cuenta el historiador Felipe José Maqueda- "porque se persuadía que los concurrentes a la Capilla le robaban el ganado de la estancia, y dicha Señora Ana correspondió agradecida en darle alguna gratificación, no menos que doscientos pesos. 

Llevóse, pues, la Santa Imagen a su casa y púsola en un cuarto decente, con ánimo de edificarle en breve Capilla pública.

Ni bien llegada la imagen de la Pura y Limpia Concepción a su nueva morada se produjeron una serie de hechos prodigiosos que refiere la crónica del historiador Maqueda. Ocurrió que al día siguiente del traslado, Doña Ana advirtió alarmada que la Sagrada Imagen había desaparecido del lugar donde fuese ubicada con el mayor cuidado. 

No hallándola en toda la estancia a pesar de intensa búsqueda, su intuición le dijo que quizá hubiese regresado la Virgen a su antigua Ermita. Cuando verificó la certeza de su presentimiento, fue por Ella a lo de Oramas por segunda vez y por segunda vez volvió a faltar de su casa, encontrándose nuevamente en la vieja Ermita sin concurso humano.

Desconsolada Doña Ana con tan extraño acontecer, no se atrevió a intentar la traslación por tercera vez, porque pensó que volvería a suceder lo mismo y además temió –añade el cronista Maqueda- "castigase la Virgen su porfía cuando a su parecer le daba a entender que no gustaba estar en su casa". 

Decidió entonces, con acierto y esperanza, participar la novedad a las autoridades eclesiásticas de Buenos Aires. Trasladados al lugar y verificada la veracidad de los hechos, el Obispo y el Gobernador del Río de la Plata levantaron en andas la milagrosa Imagen y formando una devota procesión cuantos al lugar habían concurrido, se trasladaron desde la estancia de Don Rosende a la casa de la hacienda de Matos. 

Como el trayecto era largo y muchas de aquellas personas eran mayores, no fue posible llegar el mismo día, por lo que entrando la noche todos hicieron estación en la Guardia Vieja, situada cerca del río Luján, de esta banda, y junto a la hoy Ruta Nacional Nº8. Al salir el sol se prosiguió con soldados de la Guardia hasta llegar a la casa de la expresada Señora Matos. Aquí se erigió en un aposento un altar, en que se colocó la Santa Imagen, y el Señor Obispo dio facultad para que en él se celebrase Misa. La solemne procesión del traslado se cumplió pocos días antes de la fiesta de la Purísima Concepción del año 1671.

Desde el día solemne del traslado jamás volvió la Santa Imagen a la estancia de Rosende, lo que atribuyeron unos a la reverencia con que ahora se había traído, pero otros, con mayor fundamento, lo atribuyeron a que en esta ocasión vino con Ella el negro Manuel que era su devoto sacristán y que estaba dedicado noche y día al aseo y culto de su Ermita, lo que no había sucedido en las dos veces anteriores y aún en la tercera hubo algunas dificultades que vencer por cuanto narra el citado historiador el maestro Oramas alegaba ser el negro Manuel su esclavo como heredero que era del difunto año que lo trajo. 

El negro se defendía diciendo ser de la Virgen no más, y que su amo le había dicho varias veces, siendo muchacho, lo tenía entregado al servicio de la Virgen en su Santa Imagen. Corrió sobre este punto algún litigio pero luego transó con alargar Doña Ana al maestro Oramas cien pesos, con que cedió su derecho. 

El esclavo en cuestión habría sido comprado al conductor de las imágenes en el puerto de Buenos Aires, por Bernabé González Filiano, padrastro de Diego Rosende y su tutor en 1630.
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Dado el rápido aumento de los peregrinos que llegaban al lugar, a los cinco años de la traslación se consideró necesario edificar una capilla que permitiese acogerlos. Doña Ana cedió la tierra y la construcción pudo terminarse en 1685 gracias al empeño del sacerdote Pedro de Montalbo quien, luego de la visita a Luján, curó milagrosamente de la tisis, y tal como lo había prometido quedó como capellán de la Virgen. 

El celo de este buen eclesiástico y la donación hecha por Doña Ana, al morir, de una estancia a favor del santuario dieron nuevo incremento al culto de Nuestra Señora y éste contribuyó a su vez a la fundación de la Villa de Luján.

Un acaudalado vizcaino, Don Juan de Lezica y Torrezuri, a quien la Virgen le había devuelto la salud, fue el principal promotor de la construcción de un templo acorde con la importancia del Santuario, visitado en aquellos años por peregrinos, no sólo de la Argentina sino también de países vecinos. 

El 24 de agosto de 1754 se empezaron a abrir los cimientos del nuevo templo y a fines del mismo año se puso la piedra fundamental. Con gran entusiasmo acudieron los devotos de la Virgen a ayudar a los vecinos de Luján en la construcción, y de las provincias más distantes no cesó el envío de donativos con ese fin, en tanto que otros recorrían las villas y lugares, como limosneros de Nuestra Señora, solicitando alguna ofrenda para el Santuario. 

Los mismos reyes de España coadyuvaron a tan santa obra, ordenando Fernando VI, por una Real Cédula, que los derechos de pontazgo del nuevo puente del río Luján se aplicaran por diez años a la fábrica del templo, renovando Carlos III, en 1764, la misma gracia por otros doce. 

La inauguración tiene lugar con gran pompa el 8 de diciembre de 1763, y luego de la procesión se entroniza en el Santuario la venerada Imagen.
La coronación de Nuestra Señora de Luján, concedida por el Papa León VIII, tuvo lugar el 8 de mayo de 1887 y revistió los contornos de un verdadero acontecimiento nacional, al que asistieron más de cuarenta mil personas procedentes no sólo de los más alejados rincones de la Argentina, sino también de países vecinos. 

En el momento en que el P. José María Salvaire, colocó sobre la cabeza de la Sagrada Imagen, todas las bandas rompieron a tocar sus marchas triunfales, los batallones hicieron una triple descarga de fusilería, se dispararon cohetes y bombas, repicaron las campanas y se echaron a volar gran número de palomas blancas que arrastraban en pos de sí largas cintas de colores inmaculados y pontificios, como mensajeras del júbilo que en aquella hora feliz llenaba los corazones de cuantos tenían la dicha de asistir a aquel espectáculo sorprendente y de inolvidable recuerdo.

Desde ese mes de diciembre de 1871 cuando se realizaba la primera peregrinación oficial de los católicos argentinos al Santuario de Luján, en la mente de Salvaire y en la de no pocos devotos de la Virgen nació la idea de levantar allí un nuevo Santuario acorde con la trascendencia de ese culto Mariano. 
El infatigable Salvaire escribía en 1885: "Se le debe erigir a Nuestra Señora de Luján un Templo que, por su disposición, magnificencia y simbolismo místico y patriótico, no menos que por los recuerdos que abriga el actual, un Templo que merezca el título de Santuario Nacional".
En 1890, con el decidido apoyo del Arzobispo de Buenos Aires, comenzó la obra de la actual Basílica. Solo Dios sabe lo que costó a Salvaire iniciar esa tarea y continuarla con tesón y sin descanso. Ese esfuerzo fructificó hacia diciembre de 1910 al concluir los trabajos principales que permiten sea inaugurada y bendecida con extraordinario regocijo popular. Aún faltaban construir las dos esbeltas torres que hoy se elevan casi 110 metros sobre el horizonte pampeano. 

La obra quedó terminada recién hacia 1930, cuando al celebrarse el tercer centenario de la milagrosa detención de la carreta, la Virgen de Luján es jurada como patrona de la Argentina, del Paraguay y del Uruguay.

Este Santuario, de estilo gótico francés, conocido en todo el orbe católico, ha sido desde su origen centro de la piedad argentina. Los Virreyes, en tiempos de la Colonia y luego los próceres de la Independencia han rendido veneración a la Virgen del Plata. 

Tras la batalla de Salta, el General Belgrano envió dos banderas tomadas a los realistas para que fuesen depositadas a los pies de la Virgen, y él, personalmente, en más de una ocasión, fue a postrarse ante su altar. También el General San Martín en 1823, de regreso de la gesta libertadora vuelve a visitar el Santuario de Luján y ofrece a María una de sus espadas. 

El Coronel French, que había nombrado a la Virgen de Luján patrona de su regimiento, le dona dos de las banderas conquistadas en le sitio de Montevideo. También Martín Rodriguez, Cornelio Saavedra, J.M. de Pueyrredón, Rondeau y los caudillos de la emancipación le tributaron el homenaje de su reconocimiento.
PAPA FRANCISCO Y NUESTRA SEÑORA DE LUJAN




Hoy, el movimiento de peregrinos al Santuario de Luján es permanente y multitudinario, tanto en ocasión de la fiesta principal del 8 de mayo como durante los fines de semana y muchas otras celebraciones.
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BASÍLICA DE LUJAN
Recordemos, por último, que el Papa Juan Pablo II visitó la Basílica el viernes 11 de junio de 1982, en momentos harto difíciles para la Argentina. En Luján, aguardaba al Papa peregrino de la paz, una concentración popular única en la historia del Santuario. En la homilía, el Pontífice expresó: "Ante la hermosa Basílica de la Pura y Limpia Concepción de Luján, nos congregamos para orar junto al altar del Señor. 
A la Madre de Cristo y de cada uno de nosotros, Ella que, desde los años de 1630, acompaña aquí a cuantos de le acercan para implorar su protección, queremos suplicar hoy aliento, esperanza, fraternidad. Ante esta Bendita Imagen de María, a la que mostraron su devoción mis predecesores Urbano VIII, Clemente XI, León XIII, Pío XI, Pío XII, vine también a postrarse, en comunión de amor filial con vosotros, el Sucesor de Pedro en la Cátedra de Roma".
PEREGRINACIÓN A LUJAN
















VIRGEN DE GUADALUPE (Patrona de LatinoAmérica)

(Celebración: 12 de Diciembre)



  En diciembre del año 1531, en un cerrito cercano a la ciudad, denominado “Tepeyac”, se producen las famosas apariciones de la santísima Virgen al indio Juan Diego de Cuauhtlatoatzin o Tlatelolca, que vivió entre 1474 y 1548. Era ya bautizado católico, pobre, viudo y piadoso, solía asistir a misas de los padres franciscanos de la iglesia de Santiago el May
El libro Nicam Mopohua, que significa “aquí se narra”, refiere ordenadamente “como hace poco, milagrosamente, se apareció la perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, nuestra Reina,  allá en Tepeyac, de renombre Guadalupe”:
Al indio Juan Diego con quien conversó:
El sábado 9 de diciembre de 1531: refiere en su dictado, que de madrugada, iba a la misa y, al llegar al Cerrito Tepeyac, ya amanecía. Oyó cantos de pájaros finos excepcionales, del lado donde sale el sol. Se extraña y, cuando cesa su canto, oyó que lo llamaban  desde el cerrito y le decían:
— “Juanito, Juan Dieguito…”

y , al llegar a la cumbre, vio a una doncella que estaba de pie, que lo llamó cerca de ella y, cuando llegó junto a la misma, ponderó su perfecta grandeza:

    —  “su vestido relucía como el sol, como que reverberaba, y la piedra, el risco en que estaba de pie, como que lanzaba rayos … el resplandor de ella como preciosas piedras, como ajorca … la tierra como que relumbraba con resplandores del arco iris en la niebla” … “Y los mezquites y nopales y demás hierbecillas, como esmeraldas,  como turquesas aparecían. Y sus troncos, sus espinas, sus agustes relucían como el oro. Se postró, escuchó su aliento, su palabra, extremadamente glorificadora, sumamente afable, como de quien lo atraía y estimaba mucho”.

Y le dijo:
— “Escucha hijo mío, el menor, Juanito. ¿A dónde te dirijes?

Le contestó que:
—    “a su casita de Tlatilolco, a seguir las cosas de Dios, que nos enseñan … “

Ella le revela:
—    “Sábelo, ten por cierto hijo mío, el más pequeño, que yo soy la perfecta siempre virgen Santa María, Madre del verdadero Dios, por quien se vive, el creador de las personas, el dueño de la cercanía y de la inmediación, el dueño del cielo, el dueño de la tierra. Mucho quiero, mucho deseo que aquí se levante mi casita sagrada, en donde lo mostraré, lo ensalzaré, al ponerlo de manifiesto: lo daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada comprensiva, en mi auxilio, en mi salvación, porque yo en verdad soy vuestra madre compasiva, tuya y de todos los hombres que en esta tierra estáis en uno y de las más variables estirpes de hombres, mis amadores, los que a mí clamen los que me busquen, los que confíen en mí; porque allí le escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores. Y para realizar lo que pretende mi compasiva misericordia, anda al palacio del obispo de México y le dirás como yo te envío, para que le descubras como mucho deseo que aquí me provea una casa, me erija en el llano mi templo, todo le contarás, cuanto has visto y admirado y lo que has oido y ten por seguro que mucho lo agradeceré y lo pagaré, que por ello te enriqueceré, te glorificaré; y mucho de allí merecerás con que yo te retribuya tu cansancio, tu servicio con que vas a solicitar el asunto al que te envío. Ya has oído hijo mío, el menor, mi aliento, mi palabra; anda, haz lo que está de tu parte.”


El indio dice aceptar el mandato, se encaminó a México, a la casa del obispo Fray Juan de Zumárraga, de la Orden de San Francisco, “muy recientemente llegado”. Se anuncia, espera y es recibido, narrándole lo que vio y oyó. Tuvo la impresión de que no le creyó mucho su versión de los hechos y le dijo que:

—    “aún con calma te oiré, bien, desde el principio miraré”.

Por la tarde Juan Diego volvió entristecido al cerrillo, donde halla a la Reina del cielo y le narró la entrevista y las dudas del Ordinario, pidiéndole a ella, humildemente, que enviase a algunos nobles estimados “conocidos, respetados, honrados”, para que le crean, ya que se “siente poca cosa y teme causarle disgusto o enojo”. La Virgen le confirma su orden y confianza, por ser necesaria que por:

—    “tu intervención se realice, se lleve a efecto, mi querer y mi voluntad”

y le ruega que vuelva mañana a ver al Obispo, haciéndole saber de nuevo:

     —  “mi voluntad, para que realice, haga mi templo”

y mañana por la tarde le traiga su respuesta.
Sigue narrando Juan Diego que al amanecer fue desde su casita a Tlatelolco a oír misa, y a las 10 hs fue al palacio Episcopal, e hizo “toda la lucha por verlo” al Obispo y al final lo vio. Se hincó y lloró a sus pies. El Obispo le preguntó muchas cosas que deseaba investigar para cerciorarse, pero el final le contestó que no haría el templo por la sola palabra suya, sino que precisaba “alguna otra señal para poder ser creído cómo a él lo enviaba la Reina del cielo en persona”, a pesar que el dignatario quedó reflexionando que el indio no vacilaba, sino ratificaba a sus dichos, y entonces lo hizo seguir discretamente, para observar a dónde iba y con quién hablaba.

Así lo hicieron sus colaboradores, pero ya llegando a la barranca del Tepeyac, lo vieron perderse en el puente de madera, regresando fastidiados y tratando de indisponer al Obispo con el indio. Este, vuelve a hallar a la Virgen y le da cuentas de su segunda gestión infructuosa. A lo cual responde la señora:

—    “Bien está hijito mío, volverás aquí mañana para que lleves al Obispo la señal que ha pedido, con eso te creerá y acerca de esto ya no dudará, ni sospechará; y sábete hijito mío que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has emprendido, ¡ea! vete ahora que mañana aquí te aguardo”.

Se le cruza un inconveniente a Juan Diego, si tío Bernardino, buen creyente, muy enfermo, lo manda llamar, le busca un médico, pero parecía ya tarde y, al anochecer, el tío le pide que le lleve, en la madrugada del día siguiente, un sacerdote de Tlatelolco para que lo confiese y ayude a bien morir.

Juan Diego sale de madrugada a buscar el sacerdote pedido por Bernardino. Temiendo lo interceptara la Virgen, hace un atajo por otro lado del cerro, que facilitaba su salida a México. Más ella lo esperaba y lo interroga sobre sus pasos. Avergonzado este responde con palabras enternecedoras de un niño:
—    “Mi jovencita hija mía, la más pequeña. Niña mía, ojalá que estés contenta, ¿cómo amaneciste?”.
Y le hace saber la enfermedad del tío y que, por su gravedad, debe buscarle un sacerdote …
    —  “pues para ello nacimos, los que vinimos a esperar el trabajo de nuestra muerte”
Le pide perdón y le promete volver el miércoles.
Entonces es honrado en escuchar esta respuesta:

—    “Escucha, ponlo en tu corazón. Hijo mío, el menor, que no es nada lo que te espantó, lo que te afligió: que no se turbe tu rostro, tu corazón: no temas esta enfermedad, ni ninguna otra enfermedad, ni cosa punzante, aflictiva. ¿No estoy aquí yo, que soy tu Madre? No estas bajo mi sombra y mi resguardo? ¿No soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa? Que ninguna otra cosa te aflija, te perturbe; que no te apriete con pena la enfermedad de tu tío”.

(Luego se supo que simultáneamente se curaba su tío)       
Calmado el indio, se animó a pedirle a la Virgen lo que solicitaba el Obispo, como señal. Y ella lo envió a la cumbre del cerrillo, diciéndole que:
—    “allí verás que hay variadas flores, córtalas, reúnelas, ponlas todas juntas; luego baja aquí, tráelas aquí en mi presencia.

Llegado a la cumbre, el indio se admira que allí hubiera cantidad de flores, con sus corolas abiertas, variadas, hermosas, cuando las plantas no las darían, “fuera de su tiempo, porque de veras, aquí, en aquella sazón arreciaba el hielo”. Esparcían “un olor suavísimo, como perlas preciosas, como llenas del rocío nocturno”. Y las cortó, las puso en el hueco de su tilma, descendió y ofreció a la “Niña Celestial” que las tomó en sus manos y las puso juntas en el hueco de su ayate, diciéndole:
—    “Mi hijito menor: estas diversas flores son la prueba, la señal que llevarás al Obispo; de mi parte le dirás que vea en ella mi deseo y que por ello realice mi querer, mi voluntad. Y que tú eres mi mensajero, en ti absolutamente se deposita mi confianza y que mucho te mando que con rigor, a solas, en la presencia del Obispo extiendas tu ayate y le enseñes lo que llevas … y le contarás todo para que puedas convencer al gobernante sacerdote, para que luego ponga lo que está de su parte para que se haga, se levante mi templo, que le he pedido” (SIC).

Llega luego al palacio, se anuncia, vence la resistencias del portero y de otros señores, que fingían no entenderle, obligándole a permanecer de pie y cabizbajo, y le demostraban curiosidad por lo que traía en el ayate, y por temor a que se marchitaran las flores, les “mostró un poquito”. Al ver pues las flores frescas,  hermosas, fuera de tiempo y sus perfumes, recién avisan al Obispo, quien, imaginando que traía la prueba, “enseguida dio orden que pasara a verlo”. Juan Diego se presenta, le cuenta lo visto, oído y admirado y el mensaje de la Señora:
—    “y para que aparezca que es verdad mi palabra,  aquí las tienes, hazme el favor de recibirlas”
y extendió su blanca tilma en cuyo hueco había colocado las flores.

Entonces cayeron al suelo las flores y luego allí se convirtió la señal, se apareció de repente la amada Imagen de la perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, en la forma y figura en que ahora está, donde ahora se conserva en su amada casa, en su sagrada casita en el Tepeyac, que se llama Guadalupe. Y no bien la vieron, el Obispo y todos los presentes se arrodillaron, la admiraron, se pusieron de pie para verla, entristecidos y afligidos, suspenso  el corazón y el pensamiento. El Obispo, con llanto y tristeza le rogó y pidió perdón por no haber realizado antes su voluntad, luego desató la tilma de Juan Diego “en la que aparecía, en donde convirtió en señal la Reina Celestial” y la llevó al oratorio. Juan Diego permaneció en la casa del Obispo, quien le pidió indicarle donde debía erigirse el templo. Luego solicitó ver al tío y llevarle un sacerdote. Lo acompañaron a casa del tío y vieron “que estaba sano, absolutamente nada le dolía. Este, extrañado de verlo con acompañantes le preguntó que sucedía, y el sobrino le narró todo lo vivido”. “Y le dijo su tío que era cierto, que en aquel preciso momento lo sanó” y “que la vio exactamente en la misma forma en que se había aparecido al sobrino y cómo a él también lo había enviado a México a ver al Obispo, para que le contara lo que había visto”, y “la manera maravillosa en que lo había sanado”. 
Y que bien así la llamarían 
“la perpetua Virgen Santa María de Guadalupe, su amada imagen”.




EL MILAGRO EN EL OJO DE LA VIRGEN




Nuestra Sra. de Lourdes

CELEBRACIÓN 11 DE FEBRERO

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Bernardita Soubirous nace en el Molino de Boly el 7 de enero de 1844. Vivirá allí 10 años con sus padres.Son molineros y ganan honradamente su vida. Llamará a ese lugar el molino de la felicidad, porque allí descubre algo muy importante en la vida de todo hombre, de toda mujer: el amor humano. Alguna vez dirá: "Papa y mamá se aman". Esta experiencia hará de ella una joven profundamente equilibrada, sobre todo en el momento de la prueba, de la miseria y de la enfermedad.

En 1854, varios acontecimientos vienen a trastornar la vida de la familia de Bernardita. Primero, un accidente de trabajo disminuirá a Francisco Soubirous, cuando una esquirla de la piedra del molino le salta a un ojo y le deja tuerto. Luego, será falsamente acusado por el panadero de Lourdes, de haber robado dos sacos de harina. Le costará ocho días de cárcel. Más tarde, la sequía castiga a la región durante dos años, impidiendo las cosechas de trigo y dejando a los molineros en el paro. Finalmente, cuando estamos ya en plena revolución industrial, aparecerán los nuevos molinos de vapor con los que no pueden competir los tradicionales molinos de agua. Todos estos molinos, empezando por el de Francisco Soubirous, van a la ruina.Al mismo tiempo una epidemia de cólera se abate sobre Lourdes, causando 38 muertos. Varios centenares de personas se ven afectadas por esta terrible enfermedad, entre ellas Bernardita, que sufrirá las consecuencias durante toda su vida.

Los Soubirous se ven sumidos entonces en la extrema miseria. Sin vivienda, sin trabajo, sin comida, sin dinero. Un primo, Andrés Sajous, los recoge, de limosna, en una habitación de unos 16 metros cuadrados, que llamaban "le cachot", el calabozo, una antigua cárcel abandonada por insalubre. Se instalan allí a comienzos del invierno de 1857. Les prestan una cama para los padres y otra para los cuatro hijos, y disponen además de un baúl y algunas banquetas.  
Marcada y herida por los acontecimientos que han llevado a su familia a la marginación social, Bernardita es víctima de un doble sentimiento de exclusión. Primero en el pueblo. La señalan con el dedo como a la que vive en "el calabozo". Y después que su padre tuvo que pasar una semana en la cárcel, la llaman la hija del "ladrón Soubirous". Después en la parroquia.
Todos los domingos va a misa; pero, a diferencia de sus compañeras, no puede ir a comulgar, porque aún no ha hecho la primera comunión. Tiene catorce años, pero la enfermedad y el trabajo le han impedido ir a la escuela, por lo que no sabe leer ni escribir. Tampoco sabe hablar francés; sólo habla el dialecto de Lourdes. Ahora bien, el catecismo se enseñaba en francés. 
En noviembre de 1857, los Soubirous aceptan la propuesta de María Lagüs, la antigua nodriza de Bernardita, para que ésta vaya como criada a su casa, en Bartrès, un pueblecito cerca de Lourdes.Su padre, que la quería mucho se dijo: "Será una boca menos que alimentar". Pero el deseo de hacer la primera comunión hará que Bernardita regrese al "calabozo" en enero de 1858, pocas semanas antes de la primera aparición.












LAS APARICIONES CON LA VIRGEN

JUEVES 11 DE FEBRERO: EL ENCUENTRO CON LA VIRGEN
Acompañada de su hermana y de una amiga, Bernardita se dirige a la Gruta de Massabielle, al borde del Gave, para recoger leña, ramas secas y pequeños troncos. Mientras se está descalzando para cruzar el arroyo, oye un ruido como de una ráfaga de viento, levanta la cabeza hacia la Gruta: "VI A UNA SEÑORA VESTIDA DE BLANCO: LLEVABA UN VESTIDO BLANCO, UN VELO TAMBIÉN DE COLOR BLANCO, UN CINTURÓN AZUL Y UNA ROSA AMARILLA EN CADA PIE." Hace la señal de la cruz y reza el rosario con la Señora. Terminada la oración, la Señora desaparece de repente.

DOMINGO 14 DE FEBRERO: EL AGUA BENDITA
Bernardita siente una fuerza interior que la empuja a volver a la Gruta a pesar de la prohibición de sus padres. Debido a su insistencia, su 
madre le da permiso para volver. Después de la primera decena del rosario, Bernardita ve aparecer a la misma Señora. Le echa agua bendita. La Señora sonríe e inclina la cabeza. Terminado el rosario, la Señora desaparece.

JUEVES 18 DE FEBRERO: LA SEÑORA HABLA
Por primera vez, la Señora habla. Bernardita le ofrece papel y una pluma y le pide que escriba su nombre. 
La Señora le dice: "No es necesario" y añade: "No te prometo hacerte feliz en este mundo, sino en el otro. ¿Quieres hacerme el favor de venir aquí durante quince días?".   

VIERNES 19 DE FEBRERO: APARICIÓN BREVE Y SILENCIOSA
Bernardita llega a la Gruta con una vela bendecida y encendida. De aquel gesto nacerá la costumbre de llevar velas para encenderlas ante la Gruta.

SÁBADO 20 DE FEBRERO: EN EL SILENCIO
La Señora le ha enseñado una oración personal. Al terminar la visión, una gran tristeza invade a Bernardita.

DOMINGO 21 DE FEBRERO: "AQUERO"
Por la mañana temprano la Señora se presenta a Bernardita, a la que acompañan un centenar de personas. Después es interrogada por el comisario de policía Jacomet, que quiere que diga lo que ha visto. Bernardita no habla más que de "AQUERO" (aquello).

MARTES 23: EL SECRETO
Rodeada por unas ciento cincuenta personas, Bernardita se dirige hacia la Gruta. La Aparición le comunica un secreto, una confidencia "sólo para ella", pues sólo a ella concierne.

MIÉRCOLES 24 DE FEBRERO: ¡PENITENCIA!
Mensaje de la Señora: "¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Penitencia! ¡Ruega a Dios por los pecadores!


¡Besa la tierra en penitencia por los pecadores!"

JUEVES 25 DE FEBRERO: LA FUENTE
Trescientas personas están allí presentes. Bernardita cuenta: 
"ME DIJO QUE FUERA A BEBER A LA FUENTE [...] NO ENCONTRÉ MÁS QUE UN POCO DE AGUA FANGOSA. AL CUARTO INTENTO, CONSEGUÍ BEBER; ME MANDÓ TAMBIÉN QUE COMIERA HIERBA QUE HABÍA CERCA DE LA FUENTE, LUEGO LA VISIÓN DESAPARECIÓ Y ME MARCHÉ." 
Ante la muchedumbre que le comenta: "¿Sabes que la gente cree que estás loca por hacer tales cosas?", Bernardita sólo contesta. "ES POR LOS PECADORES."

SÁBADO 27 DE FEBRERO: SILENCIO
Hay allí ese día ochocientas personas. La Aparición permanece silenciosa. Bernardita bebe agua del manantial y hace los gestos habituales de penitencia.

DOMINGO 28 DE FEBRERO: PENITENCIA
Más de mil personas asisten al éxtasis. Bernardita reza, besa la tierra y se arrastra de rodillas en señal de penitencia. A continuación se la llevan a casa del juez Ribes que la amenaza con meterla en la cárcel.

LUNES 1 DE MARZO: PRIMER MILAGRO
Se han congregado más de mil quinientas personas y entre ellas, por primera vez, un sacerdote. Durante la noche, Catalina Latapie, una amiga de Lourdes, acude a la Gruta, moja su brazo dislocado en el agua del manantial y el brazo y la mano recuperan su agilidad.

MARTES 2 DE MARZO: MENSAJE PARA LOS SACERDOTES
La muchedumbre aumenta cada vez más. La Señora le encarga: "Vete a decir a los sacerdotes que se construya aquí una capilla y que se venga en procesión." Bernardita se lo hace saber al cura Peyra-male, párroco de Lourdes. Éste tan sólo quiere saber una cosa: el nombre de la Señora. Exige, además, como prueba, ver florecer en invierno el rosal silvestre de la Gruta.


MIÉRCOLES 3 DE MARZO: UNA SONRISA
A las siete de la mañana, cuando ya hay allí tres mil personas, Bernardita se encamina hacia la Gruta; pero ¡la Visión no aparece! Al salir del colegio, siente la llamada interior de la Señora; acude a la Gruta y vuelve a preguntarle su nombre. 
La respuesta es una sonrisa. El párroco Peyramale vuelve a decirle: "Si de verdad la Señora quiere una capilla, que diga su nombre y haga florecer el rosal de la Gruta."


JUEVES 4 DE MARZO: EL DÍA MAS ESPERADO
El gentío cada vez más numeroso (alrededor de ocho mil personas) está esperando un milagro al finalizar estos quince días. La visión permanece silenciosa. El cura Peyramale se mantiene en su postura. Durante los veinte días siguientes, Bernardita no acudirá a la Gruta; no siente dentro de sí la irresistible invitación .

JUEVES 25 DE MARZO: EL NOMBRE QUE SE ESPERABA
Por fin la visión revela su nombre; pero el rosal silvestre sobre el cual posa los pies durante las apariciones no florece. Bernardita cuenta: 
"LEVANTÓ LOS OJOS HACIA EL CIELO, JUNTANDO EN SIGNO DE ORACIÓN LAS MANOS QUE TENÍA ABIERTAS Y TENDIDAS HACIA EL SUELO, Y ME DIJO: QUE SOY ERA INMACULADA CONCEPCIÓN." 

La joven vidente salió corriendo, repitiendo sin cesar, por el camino, aquellas palabras que no entiende. Palabras que conmueven al buen párroco, ya que Bernardita ignoraba esa expresión teológica que sirve para nombrar a la Santísima Virgen.Solo cuatro años antes, en 1854, el papa Pío IX había declarado aquella expresión como verdad de fe, un dogma.


MIÉRCOLES 7 DE ABRIL: EL MILAGRO DEL CIRIO
Durante esta Aparición, Bernardita sostiene en la mano su vela encendida, y en un cierto momento la llama lame su mano sin quemarla. Este hecho es inmediatamente constatado por el médico, el doctor Douzous.

JUEVES 16 DE JULIO: LA ULTIMA APARICIÓN
Bernardita siente interiormente el misterioso llamamiento de la Virgen y se dirige a la Gruta; pero el acceso a ella estaba prohibido y la gruta, vallada.
Se dirige, pues, al otro lado del Gave, enfrente de la Gruta. "ME PARECÍA QUE ESTABA DELANTE DE LA GRUTA, A LA MISMA DISTANCIA QUE LAS OTRAS VECES, NO VEÍA MÁS QUE A LA VIRGEN, ¡JAMÁS LA HABÍA VISTO TAN BELLA!"

Lo primero que descubrió Bernardita fue la contemplación. Conocía el Carmelo de Bagnères. En 1860-61, habló con su prima de una orden dedicada a San Bernardo. Le gustaría entrar en ella, pero su salud y su pobreza para aportar la dote resultaron un grave obstáculo.
En 1863, las hermanas del hospicio lo orientan hacia el cuidado de los enfermos. Fue una experiencia decisiva. Lo que apreciaba, entre otras cosas, en las hermanas de Nevers, era la discreción con que la trataban, en contraste con otras solicitudes, que le venían de todas las partes. Dirá más tarde: "Voy a Nevers porque nadie me lo ha pedido". El 27 de septiembre de 1863, Bernadette tuvo una conversación muy interesante con Monseñor Forcade, obispo de Nevers. Durante los meses siguientes, Bernardita va madurando su decisión sobre nuevas bases. El 4 de abril de 1864, después de la misa en el Hospicio, Bernardita va a hablar con la superiora, Sor Alexandrine Roques y le dice: "Querida Madre, ya sé a donde debo ir como religiosa [… ]. Con ustedes”.En Nevers, la superiora, Madre Joséphine Imbert, vacilaba. Se preocupaba por los trastornos que la celebridad de la vidente podía acarrear a la comunidad religiosa que la recibiría. La Madre María Teresa Vauzou, maestra de novicias, era favorable. El obispo apoyaba la solicitud que él mismo había provocado, admitido y transmitido. 
El 19 de noviembre de 1864, Bernardita recibe la respuesta favorable. El postulantado podría comenzar, pero cae enferma, de principios de diciembre de 1864 a finales de enero de 1865. Durante su convalecencia sufre la pena de la muerte de uno de sus hermanos, Justin. Bernardita comenzó el postulantado en febrero de 1865 y, en abril de 1866, solicita entrar en el noviciado. El 28 de abril de 1866, anuncia su partida. Pero Mons. Laurence quiere que esté presente en la inauguración de la cripta. Bernardita asiste a la ceremonia y participa en la primera procesión oficial que respondía a la petición de la Virgen. Bernardita es víctima del acoso de los curiosos. Mons. Laurence autoriza finalmente la partida. El 3 de julio de 1866, toda la familia se reúne en el molino Lacadé para la comida de despedida.


Del 4 al 7 de julio de 1866, hace el viaje Nevers. Es la primera y la última vez que Bernardita toma el tren y se va de su tierra de los Pirineos.  Después de contar las apariciones, Bernardita se pone la esclavina y el gorro de postulante. Dijo expresamente que venía allí "para ocultarse". 
Bernardita sentía nostalgia de su tierra. Dirá: "Este es el mayor sacrificio de mi vida". Lo superará con gran ánimo, y también con humor. Y asumirá sin reservas esta nueva etapa: "Mi misión en Lourdes ha terminado", "Lourdes no es el cielo".

Toma el hábito el 29 de julio de 1866, tres semanas después de su llegada, con otras 42 postulantes.Recibe el nombre de hermana Marie-Bernarde.
En septiembre de 1866, el asma de Bernardita empeora. En octubre, su estado se agrava. El doctor Robert San Cyr, médico de la comunidad, garantiza que no pasará de esa noche. La Madre Mará Teresa considera bueno que Bernardita haga la profesión religiosa in articulo mortis. Sobrevive a esa noche. En diciembre de 1866, le llega la noticia del fallecimiento de su madre, de 41 años.
El 2 de febrero de 1867, Bernardita, recuperada, reanuda el noviciado y el 30 de octubre de 1867 hace profesión ante Mons. Forcade. Hace profesión de "pobreza, de castidad, de obediencia y de caridad". Cada profesa recibe el Crucifijo, el Libro de las Constituciones y la carta de obediencia y de destino a una casa religiosa. 
Bernardita es destinada a la casa madre, como ayudante de la enfermera. En 1869, reaparecen en Bernardita los problemas de salud. En marzo de 1871, recibe la noticia de la muerte de su padre.
De 1875 a 1878, la enfermedad avanza. En ese estado pronuncia los votos perpetuos.
El 11 de diciembre de 1878, guarda cama definitivamente, en su capilla blanca como llama ella a la gran  cama con cortinas. 
Muere el 16 de abril de 1879. 
SU CUERPO INCORRUPTO